Hola
lectores!
Les cuento
que ya he concluido el semestre en el colegio, y que actualmente disfruto de
mis vacaciones de navidad, desde la isla donde es verano todo el año.
La última
vez que les escribí, lo hice para contarles sobre mi próximo viaje a Argentina,
sobre lo feliz que me encontraba de haber ganado el concurso, y que les
contaría mi experiencia al regresar. Pues resulta que no pude hacerlo de
inmediato, me encontraba ocupada al máximo con tareas pendientes de dos semanas
de ausencia en el último mes de clase, una semana por mi experiencia en CILA 2014, y otra en la visita a Buenos Aires que este proyecto de blog me mereció.
Luego, por si fuera poco, se me vino la semana de exámenes semestrales, y el
tiempo apenas me dio para prepararme para los mismos.
Hoy ya todo
eso es pasado, y me encuentro feliz porque este año resultó siendo uno de mis
mayores éxitos, lleno de buenas experiencias y recuerdos para toda la vida.
De
Argentina hay demasiado que contarles, así que lo resumiré todo con el pequeño
ensayo que me pidieron escribir en clase de Español sobre el tan esperado
viaje. Lo que cuento es cómo llegué a ganarlo, sobre lo que viví allí,
narrándolo con un poco de poesía en prosa.
Reseña de
mi viaje a Argentina
Mi viaje a
Argentina fue una experiencia de la cual no me llegan más palabras que
‘‘inolvidable’’. El concurso del blog literario inició como un pasatiempo; a la
noche, antes de dormir, me preparaba para reseñar un libro y contar mi
experiencia como lectora desde algún aspecto del tema. Mas nunca imaginé que
aquello me llevaría a ganar un boleto de avión completamente pago hacia una
semana de diversión y aprendizaje en el país más meridional de América.
Trabajé
durante ocho meses para crear un trabajo de calidad, motivándome en parte por
ver aquel producto final digno de orgullo, y en parte por aquel premio dorado
al concluir los sacrificios, y claro, cómo olvidar la satisfacción que escribir
sobre lo mucho que amo leer me trae. Lo cierto es, que viajar sola a Buenos
Aires me pareció una experiencia tan irreal que aún me cuesta digerirla.
Me
atemorizaba tomar un vuelo lejos de algún conocido, para luego llegar a una
ciudad aún más extraña para mí, y pasar cinco días de completa incertidumbre
sobre lo que haría luego. Fue emocionante, para ser sincera, y no temería
repetirla si se me diera la oportunidad.
Vi en
Argentina una población diferente, libre, abierta al cambio, llena de orgullo
nacional, e indiferente a las particularidades de las personas distintas; de
aquellas que se peinan distinto, o se tiñen el pelo de un color inusual. Vi una metrópolis contenida en un continente
de prejuicios, encallada entre países que no dudan en fruncir el seño ante un
tatuaje.
Buenos
Aires es a ciencia cierta una ciudad cultural, con aires europeos y la
inconfundible marca de Suramérica, con barrios adinerados y otros no tanto. Con
parques de tal belleza que mirabas con incredulidad, y con edificios tan
similares que parecía estar fríamente calculado. Era como si realmente hubiera
organización, ¡vaya tesoro!
Una calle
dedicada a las librerías es en Santo Domingo un sueño no realizado, mas en
Buenos Aires era aquello un hecho más que tangible. Existía una librería para
cada persona, para cada bolsillo, y para cada gusto en libros. Había tiendas y
restaurantes en cada esquina, y existía en la mente del conductor algo de
conciencia por el peatón. Vi en las mañanas de días laborables una nueva
belleza, pues salían los ‘‘porteños’’ a
ejercitarse y admirar el sol, sin importar el templado clima, aún existiera
aquella realidad que en aquél momento para mí tan lejana era: el deber.
Si bien
aquello era cierto, llegué a extrañar algo, y aquello era el calor de Santo
Domingo. La inconfundible mala educación de los dominicanos, que a última
instancia sabes que en algún momento compartes, por alguna razón me hacía
falta. La descuidada, aunque astuta, manera de hablar de mi isla era algo que
ya me costaba evitar, y más que todo, diría que la familiaridad con que
cualquier extraño te trata en aquél rincón del Caribe era, y seguirá siendo,
donde quiera que me encuentre, motivo de añoro.
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Y de no escribirles antes de navidad, les deseo a todos felices fiestas!