Hola lectores!
Hace algo de tiempo
que no publico poesía dominicana. Hoy expondré mi percepción sobre una pieza de
uno de los más destacados poetas dominicanos: Manuel del Cabral. Su poema se
titula ''Carta a mi padre'', y se interpreta que fue dedicado al padre de
Cabral para exponerle su verdadera vocación: la poesía.
Carta a mi padre
¿Qué más quieres de mí? ¿Qué otras cosas mejores?
Padre mío,
lo que me diste en carne te lo devuelvo en flores.
Estas cosas, comprende, ya no puedo callarte.
Yo, como el alfarero con su arcilla en la mano,
lo que me diste en barro te lo devuelvo en arte.
Creo ya, que ves claro, por qué levantar puedo
este lodo animal -espeso de pensar-.
¡Siempre habrá un alfarero con su sueño en los dedos!
Padre mío, ya ves,
el agua que me diste, venía de una oscura
profundidad de vida, pero como los ríos
primeros de la tierra, aquel goterón mío
se me llenó de altura...
Qué más quieres, no pudo
hacerse licenciado mi corazón desnudo.
Era mucho pedirle, padre mío, ¡no sabes
lo grave que es a veces
un hombre que en el pecho le entierran viva un ave!
Quizá, por eso, aquello
que me dieron horrible, preferí darlo bello.
Diáfano para el trino; para negocios, bruto,
este es el fruto:
con un poco de ti, y un poco del destino
que me puso en la mano
lo divino
con lo humano,
todo lo que en la carne hay de oscuro y perverso
te lo devuelvo en verso.
Qué más quiero, ¿mi herencia? Para qué, padre mío.
Por mi herida de hombre sale un niño cantando.
¡Lo que la tierra piensa, se hace voz en el río!
Mi interpretación del poema no es
exactamente diferente a lo que se considera Cabral quería decir, mas lo que
expongo es más extenso; simplemente profundizaré la idea.
Cabral estudió Derecho, aunque, aparentemente,
lo que disfrutaba de hacer era escribir. El poeta le pregunta a su padre en su
primera estrofa que qué más quiere de él. Nos da a entender que su padre era
exigente, y Cabral le dice que ''lo que me diste en carne te lo devuelvo en
flores'', o sea, que a pesar de la exigencia, el poeta se siente agradecido con
quien lo crió, y quiere devolverle algo de su sacrificio con arte.
Dice en su segunda estrofa ''Estas
cosas, comprende, ya no puedo callarte.'', pues al parecer, el poeta se sentía
intimidado, y rompe el silencio con el poema. Cabral, a pesar de todo, reconoce
las herramientas que su padre le otorgó mientras crecía, y declara que ''lo que
me diste en barro te lo devuelvo en arte''; él siente que su padre le abrió las
puertas para triunfar, y es, por consiguiente, agradecerle su labor. Luego hace
evidente que no se sentía conforme con su carrera original, él es un alfarero
que, aunque ejerce, ''tiene un sueño en los dedos'', lo que significa que con dedicarse
exclusivamente a la abogacía, Cabral no se sentía realizado.
Con la tercera estrofa, el poeta nos
hace especular. Podría ser que el padre de Cabral no llegó a ser lo que de joven
quería; podría ser que aquel era un hombre amargado. Cabral dice que el agua
que le dio ''venía de una oscura profundidad de vida''. Continúa declarando que
de algo pequeño salieron grandes cosas; el goterón que su papá le había dado
se convirtió en algo más grande, y usando metáforas de ríos y agua, el autor
hace referencia a su éxito.
Luego, Cabral manifiesta que el
reconocimiento que ganó no fue gracias a su carrera original, aquella a la que
su padre, probablemente, lo habría impulsado. El poeta dice que era mucho pedirle
a su corazón que se haga licenciado; da indicios de sentirse atrapado siéndolo,
pues concluye la estrofa con el verso ''¡no sabes lo grave que es a veces un
hombre que en el pecho le entierran viva una ave!'', cuyas palabras casi gritan
que esa ave de la que habla era su arte, su poesía, y que evitar que salga era
enterrarla, y que hacerlo mataría, simultáneamente, una parte de él.
Cabral no guarda rencor en su
corazón, pues si recibió poco apoyo, si fue tratado con indiferencia, si lo
maltrataron como consecuencia, en cualquier caso, él prefiere seguir
compartiendo belleza. Su poesía es un pájaro, y en el trino, su canto, se
considera profesional, mas en los negocios, lo que su padre visionaba, poco se
atribuye. Recalca una vez más el papel inexorable de su progenitor, diciendo
que ''con un poco de ti, y un poco del destino (...)'', él logró convertir lo ''oscuro y perverso'' de la ''carne'', o sea, la gente, en verso.
El poeta concluye siendo explícito
con respecto a lo que opinaba su padre, quien parece no haber aceptado la
vocación de Cabral. Al último no le interesa su herencia, cualquier daño en su
cuerpo demuestra que en sus venas corre la alegría, y que su poesía, aunque si
trae críticas mientras viva, en el río se hace voz, y su verdadero legado,
tendrá eco por siempre.
Manuel del Cabral
Nació el 7 de
marzo de 1907 en Santiago, República Dominicana, donde se crió y estudió.
Estudió Derecho en
Santo Domingo, y de joven trabajó como librero en su pueblo natal. Cabral
publicó su primer poemario en 1931, y se trasladó a la capital posteriormente.
Siete años más tarde, se encontró limpiando ventanas en la ciudad de Nueva
York. Allí, le fue otorgado un cargo en la embajada domincana de Washington, de
modo que trabajó como diplomático durante muchos años después, siendo parte de
embajadas de su país en diferentes paises latinoamericanos. Fue durante su
época de diplomático que expandió sus fronteras como poeta, y llegó a conocer
en sus viajes a múltiples destacados de la poesía internacional.
Cabral escribió
también novelas y cuentos, y en 1992 fue otorgado el Premio Nacional de
Literatura de República Dominicana.
Falleció en Santo
Domingo el 14 de mayo de 1999.
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